Acusa ribetes de leyenda la biografía de Carlos Alfert y Leyva, el hombre que por su inteligencia y esfuerzo personal, devino propietario de los principales almacenes en el puerto de Isabela.
Pero la riqueza jamás le imposibilitó mirar hacia abajo. Elegido como alcalde en los duros años de la Guerra de Independencia, impulsó la creación de las llamadas Cocina Económicas para asistir a los cientos de familias maltratadas por la Reconcentración.
Siempre vinculado a cuanta iniciativa contribuyera al progreso, propuso la pavimentación de calles y la construcción de parques y aceras. Financió las obras del actual cementerio y erigió en la plaza principal el kiosko que llevó su nombre.