jueves, 27 de noviembre de 2008

A propósito del concurso organizado por la UNEAC de Villa Clara

EL MISMO CARACOL, PERO CON DISTINTO COLLAR
El autor junto al realizador y periodista Alexei Ruiz, también premiado en "Sancta Mareare"


El nombre de Sancta Mareare identifica a una especie de caracolillo exclusivo de la cayería Villaclareña. Hace tiempo artistas de filial de cine, radio y televisión de la UNEAC en provincia más central de Cuba se propusieron marcar diferencias al bautizar con ese nombre a un concurso que nació como alternativa al Caracol organizado en La Habana.

La iniciativa no constituye una necesidad provinciana de reconocimiento. En todo caso pudiera pensarse que se trata de un contestatario modo de crecernos ante una capital que se abroga el derecho de trazar pautas en lo que a la realización radial, televisiva y cinematográfica se refiere.

Pese a los tradicionales esfuerzos del estado cubano por dotar al arte de un alcance comunitario, resulta difícil evitar que La Habana extienda su mirada más acá del túnel. Puede hablarse de creadores que lejos de la capital han hilvanado una obra conocida internacionalmente, pero habría que ver cuánto esfuerzo les ha costado.

En la capital se encuentra nuestra principal entidad productora de películas, todas las radioemisoras de alcance nacional se hallan cerca de La Rampa, prácticamente ningún programa dramatizado se rueda lejos del Malecón, la mayoría de los estudios artísticos de nivel superior tienen asiento en predios habaneros.

En lo que respecta al concurso Caracol, al realizado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en su casona del Vedado; salvo contadas excepciones, los premiados viven o laboran en la capital.

No es mi intención cuestionar la pericia o las intenciones del jurado, pero resulta evidente la apatía que le profesan a las obras de artistas no capitalinos. En el caso de la radio; un medio que afortunadamente no precisa de tantos recursos para propiciar la buena culminación de un proyecto, pueden citarse ejemplos de obras, tanto musicales como informativas o dramatizadas que en los festivales nacionales de ideados por el ICRT ha superado con creces y de manera reiterada a cualquier realización “Made in Habana”.

De tal manera el Caracol de Villa Clara, el “Sancta Mareare” se ha convertido en un espacio de confrontación atractivo para creadores de todo el país, sin excluir a los de la capital.

El cine aficionado, que forma parte -como diría el crítico camagüeyano Juan Antonio García Borrero- del “cine cubano sumergido” halla justas valoraciones en la cita que se organiza cada noviembre en Caibarién. La televisión provincial y municipal, cada vez más presente en el espectro de señales, también tiene su foro en estos encuentros. Pero no piense el lector que el chovinismo desmedido de quienes tradicionalmente carecen de reconocimiento, pulula en los debates.

La necesidad de hacer mejor un arte y de contar con los recursos humanos y técnicos necesarios para ello, es un constante en “Sancta Mareare”. Incluso, la audacia de los trabajos en concurso suele ser motivo de enriquecedoras discusiones, como sucedió esta vez con el programa para jóvenes “Andando”, de la televisión espirituana, que abordó las relaciones sexuales entre tres personas, un fenómeno cada vez menos extraño en Cuba.

El Caracol de Villa Clara distingue cada año a creadores de larga trayectoria en la radio con el premio Roberto Rodríguez Frenes; tributo a alguien que sin haber figurado nunca en la nómina de artistas de la CMHW, fue el gran benefactor de la radio villaclareña, un directivos que abandonó la oficina para echar su suerte al lado de los que dan la cara al micrófono. Esta vez fueron tres los homenajeados, todos de la W: Ana Menéndez, asesora de la programación dramatizada; el destacado narrador y comentarista deportivo Héctor Alomá y el popular locutor Víctor Manuel Menéndez.

También los jóvenes reciben un galardón. En un justificado interés de la UNEAC por ganar protagonismo entre quienes ya marcan pautas en la creación radial, desde hace tres años se entrega el “Manolín Álvarez Álvarez”, que evoca a uno de los pioneros de la radiodifusión en Cuba, hijo ilustre de Caibarién.

Y no porque este comentarista se halla ido con un premio “Manolín Álvarez” a casa se siente comprometido a elogiar el “Sancta Mareare”. Es oportuno sugerir a la filial de cine, radio y televisión que valore la posible nominación de artistas no residentes en Villa Clara para futuras candidaturas de estos reconocimientos. Ello contribuiría a acrecentar el carácter inclusivo de una cita genuinamente nacional. Pudiera tenerse en cuenta la obra de quienes frecuentemente han sido premiados en el propio evento.

A pesar de los retos que también a la cultura han impuesto los huracanes, de las distancias y los lógicos escollos que suelen asumir los organizadores, una vez más hubo “Sancta Mareare” en Caibarién. Es endémico el caracol de Villa Clara, pero deberá perdurar como parte de una diversidad aclamadas por los artista de la radio, el cine, y la televisión que necesitamos encontrarnos. Valdrá la pena que este caracol con diferente collar nos convoque también en 2009.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Otras consideraciones acerca del debate en la radio cubana

Luego de generar no pocas opiniones durante varias semanas, me dispongo a volver sobre el tema; pues pienso que en la medida en que los cubanos somos, por naturaleza, sinceros y extrovertidos, debemos hacernos a la idea de que los medios deben constituir reflejo fiel de nuestras particularidades y esencias.
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Meses atrás la revista “Temas” convocaba a un debate sobre el asunto a conocidos periodistas, investigadores y realizadores vinculados a la radio.
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Luego de significar que la radio probablemente haya sido el principal vocero de la opinión popular en Cuba, se refirieron a algunas singularidades y limitaciones que evidencia el ejercicio del criterio hoy por hoy.
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La psicóloga Giselle Vázquez Gil, investigadora de Radio Rebelde, citó como un ejemplo positivo el programa de debate entre periodistas “Hablando claro”, que su emisora trasmite de lunes a viernes a las 12 y 15 pasado meridiano. Pero consideró que debe crecer otro tipo de ejerció de opinión, que permita al oyente expresarse libremente.
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En tal sentido los panelistas hablaron de dos ejemplos: “Triángulo de la confianza” y “Alta tensión”; de Radio Ciudad del Mar y CMHW. En ambos espacios salen al aire las voces de los propios oyentes. Pero como habíamos dicho en nuestro anterior comentario sobre el tema, no han dejado de correr riesgos. Incluso, “El triángulo” por un buen tiempo estuvo fuera del aire y luego se le negó la conducción a su fundador: el laureado comunicador Fabio Bosch.
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Pero desgraciadamente no son muchos las propuestas de este tipo en la radio cubana actual. Y no sólo necesitamos programas donde se debatan asuntos de carácter social, o económico. La radio y la televisión prácticamente son tierras vírgenes para la crítica cultural. Creo que ni siquiera puede hablarse de un estilo propio para la crítica cultural en estos medios. Mucho menos podemos esperar que se funden espacios para el debate cultural como lo fue, digamos en la televisión, “Lenguaje de adultos”. Es que, en opinión del destacado profesor e investigador Mario Masvidal recogida en el debate de “Temas”, "hace falta cultura del debate y cultura general en los directivos, aquellos que tienen la realización de la radio en sus manos, para lograr menos verticalidad”.
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Entre sus múltiples anécdotas como viejo hombre de la radio que es, Fabio Bosch recuerda que en una ocasión su espacio criticó determinados problemas de un policlínico que afectaban a la comunidad y las autoridades, al sentirse agredidas, reclamaron que el programa dejara de salir al aire. El Che en “El socialismo y el hombre en Cuba”, habló sobre el pensamiento oficial, un cuerpo de ideas al que no es el grato exponerse al debate.
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María de la Caridad Duranza, destacada conductora de programas de Radio Metropolitana, también invitada por la revista “Temas” a su debate, dejó claro que en ejemplos como el del “Triángulo”, los comunicadores no están agrediendo al estado, ni mucho menos a la Revolución.
Sencillamente el pueblo planteaba un problema de mal funcionamiento. Y, de acuerdo con la opinión de la artista, aceptar la diversidad de opinión, no es permitir el ataque a nadie en particular, sino dar vía libre a la retroalimentación. A veces hasta puede haber personas confundidas sobre algo y los medios pueden ayudar a aclarárselos.
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“Temas” no dejó de mostrar opiniones diametralmente opuestas a estas. Hubo quien se preguntó si en los momentos actuales la radio está preparada para darle chance a todo el mundo. Rubén David Orrio, quien por muchos trabajó en los órganos de la Seguridad del Estado, recordó cuánto se esfuerza el enemigo por utilizar a la radio para confundir y desorientar. “En todos los países del mundo -dijo- existen informaciones oficiales cuya divulgación- está regulada por la ley.
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En cambio, Mario Masvidal cita a Ignacio Ramonet, quien expresó no hace mucho ante las cámaras de la televisión cubana: “Cuando se discursa verticalmente y no interesa o no se sabe retroalimentar, se impulsa un ambiente, una atmósfera de silencio, y la reacción del público es el humor, o el rumor”.
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Sí constituyó motivo de consenso en el panel que, a pesar de la inmediatez que constituye un arma de doble filo para la radio, detrás de todo debate debe haber rigor profesional.
Otro maestro del periodismo de opinión, Luís Sexto, asegura que todavía hoy la radio es el medio más importante para la difusión de las ideas en el contexto cubano. Y por último deja claro el hecho de que los medios son socializadores de opiniones. Pero -concluye el columnista de “Juventud Rebelde”- les falta autonomía que les permita regularse en aras de desempeñar mejor su papel dentro de los límites de nuestra sociedad y de las circunstancias.
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domingo, 9 de noviembre de 2008

EROTISMO Y PORNOGRAFÍA: LA DELGADA LÍNEA ROJA

Fotograma de "Brockeback montain". El filme fue exhibido por la televisión cubana sin que censurara ninguna escena.
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El hombre tenía el aspecto de un filósofo pueblerino. Vestía correctamente y aseguraba haber dedicado la mayor parte de su vida a la cultura. Se dirigió con respeto a Humberto Solás, como todos los habitantes de Gibara; pero le advertía que muchas de las películas exhibidas en el Festival Internacional de Cine Pobre, eran impúdicas, que estaban llenas de desnudos y que promovían la práctica de la homosexualidad. Aunque tardaron un poco estallaron las carcajadas entre los concurrentes. Pero el director de “Lucía” permaneció serio. Salomónico, puso fin al incipiente bonche proponiendo al crítico Joel del Río, la organización de un taller sobre erotismo y pornografía para el Festival de 2009.
No era de extrañar que, entre los sucesos interesantes suscitados por uno de los más originales certámenes cinematográficos del mundo, estuviera el que acabo de narrar. Pero el horror a escenas cargadas de erotismo no es privativo de Gibara. Meses atrás, la Televisión Cubana, recibió un buen número de mensajes que procedentes de diversos sitios de la isla, cuestionaron la exhibición del filme “Brokeback montain” de Ang Lee, en el estelar espacio “La séptima puerta”. Pese al evidente interés del comentarista Rolando Pérez Betancourt por destacar que Ang Lee no era para nada desmesurado en el montaje de escenas de componente sexual, la homofobia todavía arraigada en la sociedad cubana, hizo más compleja la situación.
En Sagua la Grande algunas personas, hechas a la idea de ver a la televisión como un acontecimiento cultural más “cercano” dirigieron sus quejas al Comité Municipal del Partido, al creer que había sido el canal local el que programó la película. Me imagino cuán decepcionados se sintieron luego de comprobar que sus quejas llegarían a los verdaderos “responsables del desparpajo” si los acalorados televidentes estaban a dispuestos a incrementar el gasto de sus factura telefónica.
Resulta curioso notar cuánto, perteneciendo al llamado Nuevo Mundo, nos hemos quedado rezagados los cubanos en materia de libertades sexuales. Días atrás, de buena fe, una compañera de trabajo, me alertaba sobre lo “perjudicial” que podía resultar contemplar fotos de hombres desnudos a través de la Internet. Realmente, el centro de su preocupación, no estaba relacionado con el uso de adecuado de las computadoras en un centro laboral, sino sencillamente por la naturaleza de la las fotos. ¿Tendría que aventurarme a improvisar para ella una lección de historia del arte? ¿Cómo convencer a mi sencilla compañera de que para los padres de nuestra civilización el cuerpo humano por sí solo nunca les pareció obsceno? Claro, confío en que nadie critique a los desnudos griegos. Pero, qué hacer con los de ahora.
¿Cuáles son pornográficos y cuáles no? Para el público avezado en el tema, las cosas pueden resultar simples: Se analizan las intenciones con que fue creada la obra de arte, el trasfondo que hay en ella y se llega a una conclusión. Así, los cortometrajes de Jorge Molina, los que seguramente mayor estupor causaron asistente a la muestra de Gibara, se salvarán de ser tildados de pornográficos, pues abordan conflictos existenciales que van más allá del acto sexual.
De todos modos no espere el lector que Rolando Pérez Betancourt los programe en su espacio de la televisión. La exhibición de este tipo de obras se reduce a festivales, a aulas de escuelas de arte y a otros circuitos alternativos.
Von Gloeden, uno de los padres de la fotografía moderna, en su momento fue muy censurado.


En el caso de la fotografía fija, las aristas para el análisis suelen ser débiles. Se torna algo más difícil demostrar cuándo el cuerpo en cueros no está en función de la pornografía, pues en este caso tiene un peso mayor el punto de vista del receptor. Una persona vestida puede resultar en extremo erótica para el vouayer o disparador que la persigue tras el follaje o las persianas. Pero como quiera que las leyes tienen en cuenta situaciones concretas, resulta interesante recordar que el Código Penal de la República de Cuba no condena explícitamente el consumo de productos “pornográficos”. Sólo contempla como “ultraje sexual”, la producción o puesta en circulación de materiales que se consideren “obscenos”, “tendentes a pervertir o degradar las buenas costumbres”. ¿Qué son las buenas costumbres? A algunos les parece una buena costumbre dormir la siesta. Otros, en cambio, lo consideran poco favorable.

El caso de Cuba reviste características muy particulares, toda vez que el mundo capitalista ha dado vía libre al consumo de la pornografía, a la prostitución y a otras expresiones. Son prácticas que demeritan el carácter “civilizado” de nuestras sociedades, pero ni siquiera el Cristinianismo, ni siquiera la Santa Inquisición, fue capaz de borrarlas. Si tenemos en cuenta que legislación cubana prohíbe la circulación y exhibición públicas de materiales pornográficos, pero no su consumo, podemos concluir que exista un segmento de la población que, efectivamente, haya tenido acceso a productos de este tipo, mucho más si tenemos en cuenta que antes del Triunfo de la Revolución sí hubo salas de cine y publicaciones dedicadas a promover el gusto por tales “creaciones”.

Las fotos pintadas de Pierre y Gilles han sido tiladadas hasta de kitsch, pero nunca de pornográficas.

Indudablemente abordar el asunto como un fenómeno más del presente constituye una buena idea, incluso para orientar al público hacia propuestas “más edificantes”. Está comprobado que las cosas que mayor interés despiertan en el ser humano son precisamente aquellas que se les niegan. Por otra parte también será importante debatir mucho más acerca de lo que realmente tiene connotación artística, de aquellas creaciones absolutamente salvables, lo mismo se trate de una película de cowboys enamorados, o sencillamente de fotos con “machos en cueros”. Si acaso fuera necesario, civilizadamente y sin oscurantismo, todos tenemos el derecho y la obligación cultural de delimitar dónde está la delgada línea roja.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Radialistas cubanos opinan sobre el trabajo de los asesores y los programas de debate

El talentoso realizador Roberto Reyes Estenza, actualmente vinculado a la emisora Estereocentro, de Santa Clara, escribió el siguiente comentario acerca de la labor de los asesores:

Amigo Adrián:

Coincido con tus ideas en torno al trabajo del asesor, y me parecía estar escuchando mi voz cuando leía los comentarios de mi amigo Fabio, quien confesó que hace años rechazó a los asesores y hoy se le hacen imprescindibles. Sin embargo, me gustaría agregar un elemento que no sé si ya alguno de los colegas que te han escrito lo ha mencionado.

Se trata de que, desafortunadamente, las estructuras que existen en estos momentos en nuestras emisoras de radio favorecen la existencia del asesor mediocre, y hasta propician su desarrollo. Es doloroso reconocerlo, pero así es. Desde hace algunos años me doy cuenta de que
algunas estructuras de dirección de nuestras emisoras desean crear un asesor que sea celoso e implacable guardián de la radio anquilosada y conservadora.

No se dice a los cuatro vientos, pero la búsqueda del rigor artístico, el uso de códigos poco empleados, la propuesta de temas polémicos, y otros caminos tan consustanciales al arte auténtico son considerados peligrosos. Ante semejante estado de cosas, muchos directores de espacios se dejan llevar por la marea y hacen programas convencionales, digamos que complacientes, ligeritos, adormecedores de neuronas. De este modo ni el asesor, ni quienes dirigen la planta se sienten preocupados. Todo está en orden y en calma; la evolución del
pensamiento se pospone. Pero cuando aparece un creador que desea moverse por otros cauces y mirar su entorno, hacerle preguntas al oyente, sugerirle que escuche con atención una pieza musical,... inmediatamente el asesor llega para ponerlo todo en su lugar.

Algunos son sinceros y te dicen bajito: ''por favor, deja ese tema para otro día,... habla de la honestidad o cualquier otro valor humano y no me metas en problemas''. Otros simplemente te ponen calificativos de ''problemático y conflictivo'' y cuando te das cuenta estás citado para una reunión ''con todos los factores''.

También están, por suerte, los asesores que se lanzan al fuego contigo, que defienden tu propuesta, que respiran arte por todos los poros de su cuerpo,... pero son una especie en extinción. Recuerdo que hace unos tres años un talentoso joven comenzó a trabajar como asesor en una emisora, después de haber realizado otras labores también como creador. Me comentó que si le daban cierto programa iba ahacer todo lo posible por transformarlo, porque le faltaba solidez, era incoherente y el riesgo artístico no se veía por ningún lado. Como sabía que era capaz de hacerlo, le previne que no le iba a ser fácil y que, en el mejor de los casos, encontraría una gran resistencia, si acaso no era sacado del colectivo del espacio. Tal como sospechaba, mi amigo fue ''invitado'' a abandonar la asesoría del programa y todo sigue igual, o mejor dicho, peor.

Con estos comentarios tan solo quiero decirte que deben cambiar también otras mentalidades, para que los asesores que realmente quieren realizar su labor con decoro puedan hacerla. Es otro ángulo del problema, que he intentado mostrar apremiado por el tiempo.

Saludos, Roberto

Y desde la provincia de Cienfuegos, el maestro Fabio Bosch me envió consideraciones sobre los programas de debate en la radio. Él constituye una autoridad en el tema, pues realizada uno de los programas de ese género de más larga vida en Cuba. "El trángulo de la confianza", en la emisora Radio Ciudad del Mar.

Un día invité a mi Triángulo de la Confianza (el original, el verdadero nacido hace más de 15 años, no el del Canal Habana) a Vicente González Castro y tras dialogar realmente en vivo, como se hace en mi espacio a diferencia de otros, él dijo: "lo que más me ha gustado de este programa es que no pone musiquita".

Creo que es hora, y este comento de Adrián lo logra, que comencemos a hablar y a debatir sobre los programas de "habla" y "debate". Nos hacen falta, aunque no por ello dejemos de pasar música en nuestra radio. Todo es posible. No podemos hacer 24 horas de talk-radio, pero tampoco debemos hacer de nuestras emisoras Vitrolas Municipales o Provinciales. En cuanto a los colegas que acometen o piensan hacerlo estos tipos de espacio de razonamiento, diálogo y reflexión con "el hombre que nos falta" como dice Carlo Figueroa en La Guayabera, no teman a hacerlo semanal o diario.

Entre los acápites por el que me nombraron loco en 1993 para sacar al aire en medio de alumbrones (no apagones) mi programa de micrófono abierto, estaba el de que fuera diario. Y fue... y ahí está. Temas siempre hay, porque los problemas cotidianos son eso, tema de todos los días.

FABIO BOSCH

Fabio Bosch durante la transmisión del programa "La hora de Luís", junto al fallecido repentista Luís Gómez.

Mi biografía de radialista incluye el nombre de Fabito entre los más temidos del medio. Ni siquiera el diminutivo; que lo diferencia de su fallecido padre, Fabio Bosch, un locutor muy importante en la historia de la radio en el centro de Cuba, atenuó el respeto con que se le mencionó la primera vez que supe de una evaluación artística en Radio Sagua. Yo, por suerte, aún no estaba entre los evaluados.

Hubo una segunda vez..Entonces la comisión evaluadora que él preside, valoró el trabajo de los realizadores de sonido. Uno de ello estaba bajo mi mando. Si yo le daba una orden equivocada, ponía en riesgo su trabajo....El muchacho obtuvo el primer nivel y yo también me sentí triunfador. No llegué a conversar por Fabio, pero me contaron que le había agradado mi trabajo. En cambio, pienso que el día me tocó evaluarme a mí fui mucho menos sagaz como director.

Recuerdo cada una de las observaciones de Fabio, las pequeñas ironías con que solía salpicarlas y un ataque de estornudos mío único...Mientras Machado González y el buenazo de Rogelio Castillo me observaban compacivos. Fabio no podía desligarse del papel de malo, aunque yo nunca lo vi como tal. (Soy un poco malo, como él). Dijo que en mi nota final influía la opinión del Consejo Artístico de la emisora, porque aquel era un proceso democrático. Pareció no estar de acuerdo con el primer nivel que obtuve finalmente, pero no le creí. Cuenta con prestigio y autoridad suficientes para vetar una evaluación falsa.

Hoy le temo más a lo miles a de oídos anónimos que me escuchan que a Fabito, un hombre al que el amor por radio le corre por las venas y que como Luis Agesta Hernández, Rogelio Castillo Moreno (por cierto de mi pueblo), Jorge Gómez Gutiérrez y otros "Rostros que se escuchan" (aunque no figuren en los libros de Josefa Bracero), ni siquiera el prestigio y la autoridad bien ganados, los salva de los tormentos que abrazar la profesión de radialista provoca....